El día D

Menudo día hemos tenido hoy. Ya sabrán muchos que hoy tenía yo una entrevista en una multinacional muy gorda; para los que no lo sabían, explicación en el siguiente párrafo.

Hace unos meses empecé a mirar las ofertas de trabajo aquí en Holanda, vía internet. Hay cientos de páginas sobre eso, y muchas permiten suscripciones: metes lo que buscas y dónde, o unas palabras clave, y te van enviando correos. Las que mejor me han funcionado son JustLanded, TopLanguageJobs (que busca por los idiomas que hablas) y Dezeen (esta última de trabajos relacionados con diseño y arquitectura). Vi una oferta para cierta empresa que pedían español+francés (el inglés aquí prácticamente se presupone) y algo de experiencia con programas de diseño; mandé el CV y me contestaron que el día tal a tal hora me llamarían para una entrevista telefónica con prueba de idioma. Pasé unos nervios espantosos y el día en cuestión me llamaron, me acribillaron a preguntas saltando de inglés a español a francés, y debí hacerlo bien porque al par de días me llegó un correo con el aviso para entrevista personal en la sede en las cercanías de Ámsterdam (donde fuimos ayer).

Bueno, pues hoy era la entrevista a las 14:30. Como había tiempo de sobra, por la mañana fuimos a reparar mi sufrida bici. Lo más cercano era el taller de MacBike, el emporio local de alquiler de bicis, con taller en la mismísima estación central. Bajas una rampa y estás en un garaje enorme con hileras e hileras de bicis. Conté lo del pinchazo, me dijeron que sería mínimo 9,50 eurolos y si era más de 20 me avisarían antes de hacer nada. Dejé la bici y nos fuimos hasta el rastro de Waterlooplein a comprar un par de cadenones para completar el sistema de seguridad.

En el rastro hay 3 ó 4 puestos con accesorios para bicis, pero no hay competencia porque son todos de la misma familia y los ves intercambiándose el puesto entre ellos, o todos en el mismo echándose unas risas. Así que preguntamos un poco, regateamos otro poco y nos las dejaron a un precio más o menos razonable. El que nos las vendía nos juró que era la primera vez que hacía un descuento pero que éramos especiales y que casi perdía dinero con nosotros. Sonaba sincero, pero no sé, no sé.

De ahí fuimos dando una vuelta hasta la Rembradtsplein a por una bañera para la nena y luego subimos de nuevo hasta la estación central. Habíamos pensado ir en plan clan hasta La Sede pero me estaba poniendo tan nerviosa por la entrevista que preferí ir sola y nos separamos en la Centraal, no sin antes empaparnos bien con la tormenta sorpresa que cayó justo cuando atravesábamos la plaza. Aquí nadie le da importancia a los chaparrones estos, la vida continúa y la gente sigue en diferentes estados de humedad haciendo su vida normal. El concepto "abrigar al niño para que no coja frío" o "apartarse de las corrientes" no se estila. Los niños holandeses están constantemente expuestos a los elementos, los gérmenes y las bacterias, y sin embargo parecen sobrevivir. Quizá usemos su técnica. Bueno, su padre ya la lleva aplicando años, la verdad.

Retomo. Cogí el metro, me puse cómoda en el asiento y desconecté lo que pude con el iPod y con el libro digital, dos de los mejores inventos de la Humanidad que me han permitido aligerar las maletas al venir aquí. Llegué sin problema, caminé los 6-7 minutos que separan la parada del edificio en cuestión. Llegué demasiado pronto y pensaba darme una vuelta por la zona (que es muy verde y está llena de parquecitos y estanques), pero justo entonces empezó a diluviar de nuevo y me metí sin más.

El sitio es una pasada, como era de esperar. Muebles de diseño a tutiplén, maderas nobles, vidrio, acero y todas esas cosas que se ponen en las recepciones ("con mucho diseño", como decía un profesor mío que Belén y Noemí recordarán). Dije a lo que venía, con quién había quedado y tras rellenar la ficha de visitas me dieron la consabida plaquita y un vale para tomarme un café o té en la cafetería mientras esperaba (¡qué emoción!).

A la hora exacta llegó mi entrevistador, con el que ya había hablado por teléfono. Pasamos a una sala donde había otro entrevistador más, y me contaron en qué consistía el trabajo, la formación, el equipo, la filosofía de la empresa, vamos, lo que uno espera en estas cosas. Me preguntaron si me había apuntado a una agencia para dar con la oferta de empleo (les sorprendió que lo hubiese encontrado yo por mi cuenta).

Para no aburriros más, este trabajo no es precisamente lo más divertido o creativo que hay, pero es un trabajo al fin y al cabo, quieren gente a largo plazo con lo que es estable, y son serios. Además es de lunes a viernes, y el horario no está mal. Así que mañana diré que sí.

Tras esto, volví a la Centraal, recogí la bici que ya me habían arreglado y me fui al ferry y a casa donde me esperaban los míos para salir a dar una vuelta a los columpios para rematar un día muy tenso... y entre llamadas a la familia, cenas, baños de niños y demás, con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho.