domingo, 26 de agosto de 2012

Cunas y Bollywood

Como ya sabéis todos, aquí el fin de semana no hay nada que hacer en lo que a inmobiliarias se refiere, así que ayer salimos a dar una vuelta mañanera y a buscar un accesorio para enganchar el carrito de la niña plegado a la bici. Hasta ahora íbamos en plan Ben-Hur, con el carro sujeto en transversal con pulpos elásticos a mi asiento de detrás y arrollando al personal en los pasos más angostos, porque se me olvida que ocupo un metro de ancho cuando voy así y reparto porrazos a mansalva, además de llevarme algún susto también. Así que fuimos paseando hasta una tienda del Jordaan y encontramos el cacharro, y de paso una tienda de quesos muy popular en la zona que tiene unos croissants espectaculares (3 por 1,90 €, recién salidos del horno, nada que envidiar a los de Francia). Luego volvimos a casa a comer; por la tarde teníamos que pasar por el barrio de De Pijp a ver una cuna para la niña, localizada en la maravillosa web Marktplaats (para cuando nos hayamos mudado). Para rematar el día, nuestros amigos daban una fiesta temática de Bollywood a partir de las siete y la idea era pasarnos aunque fuese un momento, después de ver el tema de la cuna.

Durante la mañana había caído alguna gota pero no parecía nada serio. Sin embargo, de camino a lo de la cuna empezó a llover, pero no una lluvia de las ligeras, sino que repentinamente apareció una nube negra y cayeron cubos y cubos de agua. En pocos segundos estábamos casi empapados, menos mal que nos dio tiempo a sacar los ponchos impermeables (que aquí son muy populares y caben hechos un burruño en las alforjas de la bici; los venden por todas partes) y el daño fue menor. Aquí por mucho que brille el sol cuando uno sale a la calle, siempre hay que tener a mano algo impermeable o un paraguas. Ente charcos y lluvia y parando a ratos cuando la cosa se ponía peor, llegamos a donde la cuna, muy cerca del cole de Javi. Se trataba de una chica de origen italiano que vivía en un cuarto piso holandés, es decir, sin ascensor y con peldaños altos y estrechos: una escalada de las que eliminan la celulitis a la semana de vivir allí. La cuna estaba muy bien y la reservamos para recogerla la semana que viene. Al bajar y viendo que había escampado un poco, estuvimos pensando si ir a la fiesta o si tirar la toalla y regresar a casa como pudiésemos, sorteando charcos; pero como no era muy lejos y habíamos quedado en que pasaríamos seguro, hicimos un último esfuerzo y llegamos hasta la casa pensando en estar por lo menos un ratito, una hora o así.

Menos mal que decidimos ir. La fiesta fue genial, con comida estupenda, mucha gente y videos de pelis indias de Bollywood, que lograron que todos los invitados tratasen de seguir a la vez una de las complicadísimas coreografías sin que nadie resultase herido ni se hundiese el suelo. Gracias a los invitados hindúes y sus búsquedas en YouTube descubrimos que existen hasta híbridos alucinantes flamenco-hindi (haced clic aquí si os atrevéis), o rock'n'roll-hindi (esto, para valientes de verdad). Hay que ver escenas de estas en una pantalla grande con un grupo de 20 personas intentando reproducir simultáneamente el look chulazo (ellos) y las miraditas (ellas). Fue todo muy divertido y nos lo pasamos fenomenal. Había invitados de varios países y entre ellos había venido una vecina mayor muy marchosa, holandesa, con la que estuve charlando un poco y que me preguntó si nosotros éramos de origen hindú (¿¿¿???) así que los paseos en bici nos han debido dar más color del que yo creía.

Como los anfitriones eran unos auténticos profesionales, habían preparado incluso una mesita con cosas para niños (había tres) y también ellos se lo pasaron muy bien; acabaron viendo películas y picoteando de los platos menos picantes. Estuvimos más de tres horas y nos dio pena irnos pero la peque estaba ya dormida y el camino de vuelta iba a ser más pesado cuanto más tardío. Finalmente el niño se quedó a dormir en la casa de los otros niños (a los que ya conocía de hace un par de semanas), que viven debajo del piso de nuestros amigos, y nosotros volvimos en tranvía con la niña, quedando en volver al día siguiente (hoy domingo) a recoger bicis y niño.

Desde el tranvía tuvimos ocasión de ver parte del Ámsterdam nocturno: sábado por la noche en el centro-centro de la ciudad. Todo abarrotado, gente de juerga, locales a tope y algún chalado como siempre en estas ocasiones, en este caso un holandés en calzoncillos asomado al balcón de su casa y diciéndoles cosas a los que pasaban por debajo. A mí me recordó a la Gran Vía de noche, con fauna de todo tipo pero sin aspecto de peligro real.

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