miércoles, 15 de agosto de 2012

La odisea de buscar piso en Ámsterdam

(Aviso a navegantes: este es un relato de los muy largos, galdosiando como dice un amigo mío... así que si lo tuyo es ver fotos te llevarás un chasco porque hoy toca palique y más palique)

Hoy era el día P, con P de piso y de paliza, porque al fin nos iban a enseñar pisos reales. Lo estábamos deseando, la verdad. Todo el mundo ha sufrido en sus carnes el chasco que da el contraste de ver un piso o un hotel por internet, y luego en persona: los píxeles lo aguantan todo y puedes llevarte alegrías o chascos importantes. Ayer habíamos logrado comunicación con tres inmobiliarias, dos de las cuales tenían piso en zonas más o menos interesantes y con precios dentro del presupuesto.

Como salimos temprano, aprovechamos para hacer algún recado que otro. En primer lugar, localizamos una sucursal de nuestro banco en la plaza del Dam (la más céntrica de la ciudad) para que nos dieran un extracto bancario para poder demostrarle al casero que somos gente de bien (esto aquí es muy normal que te lo pidan para alquilar). En el banco me atendió un chaval que para mi memoria ictícola era indistinguible del famoso becario surrealista de la inmobiliaria porque tenía exactamente el mismo aspecto y hablaba igual. Empiezo a pensar que aquí en verano todos los estudiantes universitarios se meten a hacer prácticas de empresa, porque en todas partes ves el mismo prototipo de crío alelado y larguirucho pero esforzándose por ayudar, que se nota que no se ha puesto una corbata antes en su vida. Me dio el extracto y un boli del banco y además me dio el número de un consejero que tienen para ayudar a los clientes extranjeros con el tema de impuestos y leyes. Eso sí, esta vez no nos invitaron a café.

En la plaza del Dam siempre hay algo en marcha y muchísima gente. Hoy era aún temprano y no había tantos turistas pero los que había estaban alucinando con un reportaje del Vogue que se estaba fotografiando en medio de la plaza, con supermodelas esqueléticas mirando al mundo con desprecio (o quizá con envidia a los que iban desayunando bollos o kroketen). Como en el fondo una es una novelera, saqué foto del show que estaban montando ante el palacio:


Antes de ir a ver los pisos (teníamos cita en uno a las 12 y en otro a las 2, en zonas diferentes de la ciudad), pasamos por una tienda de telefonía para ver el tema de contratar un móvil. Estamos comparando precios de móviles de contrato a ver si consigo uno con el dichoso guasap que todos decís que es tan útil, pero pasa lo de siempre, quieres algo sencillito que sólo tenga eso y lo mínimo, y no puedes porque todos son de última generación y traen condensador de fluzo, gromenauer y botón de salto al hiperespacio, eso sí, soltando una pasta. Buscar un móvil y comparar precios y ofertas en Tulipandia es igual de tedioso que en España.

El Museo de Ámsterdam

Como aún teníamos tiempo que matar hasta la cita número uno, nos metimos en el museo de la ciudad, que está un poco más al sur de la plaza del Dam y pegadito a uno de los retaurantes de tortitas y poffertjes a los que hemos ido varias veces. Como tenemos la Museum Kaart, no tenemos que pagar los 10 euros que cuesta normalmente la entrada; además te tomas la visita con mucha calma ya que si no te da tiempo a ver todas las salas, pues ya volverás en otra ocasión. No habíamos entrado nunca y está muy bien.

El museo se encuentra en un edificio antiguo rehabilitado, y está muy bien montado y organizado. Se hace bastante ameno y te cuenta la historia del país en general y de la ciudad de Ámsterdam en particular, en un recorrido cronológico con explicaciones breves sobre tal y cual tema y unos cuantos objetos curiosos como las llaves de la ciudad que tuvieron que darle a Luis, el hermano de Napoleón, cuando éste decidió ponerle de rey de los Países Bajos (una manía que tenía el hombre, ir colocando a sus hermanos de reyes aquí y allá), o una casa de muñecas antigua, diagramas de cómo se edifican las casas sobre pilastras, un zapato de cuero que quedó enterrado siete siglos en el lodo y desenterraron en una obra, en fin, variedad y cosas curiosas. Muy recomendable. Nos quedamos a un par de salas del fin de recorrido pero como nos esperaban para ver la casa, salimos del museo antes y en un cuarto de hora de pedal estábamos en la dirección de nuestra posible nueva vivienda.

El Museo de Ámsterdam

El piso número uno

Llegamos un rato antes que la de la inmobiliaria. El piso, en internet, tenía muy buena pinta: dos dormitorios (alucinante), cerca del colegio del niño (increíble porque es una de las zonas más solicitadas), con suelo de roble centenario (¡incluido en el precio!) y encima equipado con electrodomésticos y muebles (aquí suelen venir con "toma preparada para lavadora" pero no con lavadora). Yo, como soy una desconfiada y además muy negativa, iba pensando en dónde estaría el truco. He oído hablar de caseros que pretenden cobrarte "suplemento por alquiler de muebles", o gastos de comunidad disparatados, etc. Así que aunque todo parecía estupendo, no nos fiábamos nada. El piso está en una esquina de una calle bastante ancha; tiene una plaza enfrente y una cafetería muy maja debajo. Todo pintaba bien.

Llegó la de la agencia y nada más abrir la puerta vimos lo que parecía una pared con tiras horizontales decorativas pero resultó ser un tramo de escaleras típicas holandesas: empinadas como un rocódromo y con huellas en las que sólo te cabe el pie de lado. Siempre me recuerdan a las cabras del zoo de Madrid, que tienen una pared de roca con salientes mínimos y van subiendo de lado tratando de no despeñarse. Por suerte, es un primer piso y logramos subir con el carrito de niña y todo.

Escalamos hasta la entrada y la casa nos dejó alucinados (sobre todo tras todos los horrores que he visto en las páginas de las inmobiliarias). Tiene de todo, habitaciones amplias, balconcito, bañera, etc.; el dueño deja todo tipo de electrodomésticos (cosa que aquí no es tan común). Hasta tiene muebles bonitos. La única pega (aparte de la escalera, pero aquí eso es normal) es que el cuarto de los críos es del tamaño de una alfombrilla de Smart, pero a cambio el resto de la casa está genial. Para los que se lo están preguntando, sí, hay un sofá enorme en el salón para las visitas sorpresa.

Hablamos con la chica y nos dijo que mandásemos los datos a su mail porque tenemos "posibilidades" de que el casero nos acepte. Aquí eso es así, te enseñan el piso y luego te examinan por todos los costados a ver si te encuentran aceptable como inquilino. Algunas te avisan que tienes que ganar al año 40 veces el precio del alquiler para poder optar al piso. No basta con pagar, tienes que demostrar que pagarás durante mucho tiempo. Nos habían explicado que tenemos ventaja porque somos una familia (que siempre da más estabilidad), con críos pequeños (que no destrozan tanto) y con empleo ya demostrable y estable. Lo peor, al parecer, es si eres un hombre buscando piso en solitario y con una profesión con ingresos irregulares. O estudiantes.

Quedamos con la chica en que le enviaríamos los detalles por la tarde. Cuando salimos de allí comentamos entre nosotros lo estupendo que es el piso y si será posible que nos salga lo que buscamos a la primera, sin haber visto físicamente ninguno más. Parece demasiada suerte, como lo del trabajo; así que no quisimos emocionarnos demasiado y nos dirigimos a la segunda vivenda que íbamos a ver hoy por eso de tener comparativas.

El piso número dos

En el plano parecía más o menos cerca del centro pero estaba lejos de narices, en una zona de construcción relativamente reciente. Es un edificio setentero más bien feo pero por la superficie y los dormitorios (dos) parecía interesante, además está junto a un parque con lago y todo, así que íbamos en plan optimista porque además el precio era significativamente más bajo que el del piso número uno. El de la inmobiliaria nos había dicho que estaría abierto de dos a tres para tooooodos los interesados que habíamos avisado así que cuando llegamos ya estaba allí con otra familia visitante.

La primera impresión fue horrorosa. Para empezar a la entrada hay dos ascensores (es un 5º) y uno es para pares y otro para impares. Ahí puede haber lógica, pero cuando coges el tuyo y llegas al piso, sorpresa sorpresa, hay que subir o bajar un tramo de unos diez peldaños: los ascensores están entre plantas. El adivinar qué estaría tomando el arquitecto que lo perpetró me ha tenido intrigada el resto del día. Luego vas por un pasillo larguísimo, exterior, y a ese pasillo dan todas las viviendas. Al entrar, hay un recibidor y a continuación tu retina sufre un desprendimiento por culpa de la moqueta más horrenda que puedas imaginar, en un color que sólo se podría definir como amarillo cirrosis hepática, sufrido eso sí. A un lado, un dormitorio con una cama propia de los Alcántara; al otro, una cocina de formica semidesguazada. El salón, con un papel pintado medio despegado, bonitas vistas, eso sí, y un balconcito. Y por último, el dormitorio número dos... no hay palabras. Sólo dos datos: 1) había un póster de Pierce Brosnan en Remington Steele. 2) Era lo más moderno y elegante de todo el apartamento.

Eso sí, reconozco que ir a ver pisos con mi marido es una risa y nos lo pasamos muy bien viendo todos los detalles arcaicos, y así el chasco no fue tanto porque nos lo tomamos a cachondeo y nos sirvió para ver qué más cosas hay por ahí. Eso sí, según salimos cogimos las bicis y salimos escopetados a casa a enviar los detalles a la casa número uno y rezar por que nos elijan, ya que se ha revelado como el auténtico chollo que es, y sólo en gastos de desplazamiento compensaríamos la diferencia de precio entre las dos. Hace un rato que envié el mail diciéndole a la chica que somos sin duda la mejor opción para alquilar el piso, y que enviamos los datos que haga falta, somos unos admiradores, unos amigos, unos esclavos, unos siervos como decían en Atraco a las Tres. Nos ha contestado que hay bastantes posibilidades porque los otros cuatro candidatos quieren empezar en octubre y el dueño prefiere resolverlo y alquilarlo ya, así que crucemos los dedos y mañana, el desenlace aquí... ¡en Tulipandia! (música de suspense)

(entre tanto seguimos buscando, claro. Siempre pueden decirnos que no y el tiempo corre)


10 comentarios:

  1. Pero ¿no vais a ver más pisos?. El segundo no tenía ni por donde cogerlo.

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  2. ...digo antes de coger ese.

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  3. Se intenta pero no nos ha contestado ninguna inmobiliaria más...

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  4. .....un póster de Pierce Brosnan en Remington Steele...que espanto!!!....juasjuas....es para largarse como alma que lleva el diablo!!!....juasjuas....me alegro que os lo toméis a cachondeo con todas esas "reliquias" en casas ajenas de alquiler! Besos y animo!!

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  5. No sabemos si vamos a poder dormir esta noche...cruzaremos los dedos..ansiamos información...

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  6. Mucha suerte!! A veces las cosas salen a la primera.
    Me ha encantado lo detallado de los pisos, es como si lo estuviera viendo..jeje...

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  7. Aqui el alquiler también esta muy difícil, lo intentamos por internet y era imposible, los anuncios de casa por alquiler no duraban una semana, en seguida los ocupaban y no nos respndían, las agencias trabajan para venta principalmente y te cobran por enseñarte pisos, y aqui también hacen como un casting, la gente viene a verlo y el propietario decide a quién se lo alquila. Por suerte la empresa que contrató a Manu lo hicieron al revés, ellos pusieron un anuncio publicando que familia Española venía a vivir contratada por la empresa y entonces la gente llamaba para alquilarnos su piso, hasta el jefe de la compañía vino a visitarlo primero y nos mandó las fotos. Nosotros vivímos en lo que aqui se conoce como una "Tomannsbolig" Son casas grandes, que el propietario las divide en dos y tu vives en una planta y ellos en otra, ya la vereis cuando vengais a visitarnos. ;)

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    1. Me parece una idea buenísima y hoy mismo lo voy a hacer yo, a ver si sale algo. Al menos se intentan otras vías. ¡Gracias!

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  8. me meooooo con lo del arquitecto jajaja eres buenísima!!

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