lunes, 13 de agosto de 2012

Domingo en el parque

Ayer domingo no podíamos hacer mucho tema de papeleo ni de inmobiliarias, y D&K nos habían invitado a un picnic en el Vondelpark con niños y todo (iba a venir su vecina con los niños, pero al final no vino), así que por la mañana estuvimos en plan casero y a mediodía salimos para el parque tranquilamente, equipados con la ya famosa manta de picnic, una tortilla de patatas y algunas cosillas más.

De camino, paramos en Leidseplein a comprar unos pases de museo. El Museum Kaart es un carnet personal que sale por unos 50 euros por barba (la mitad para los menores de 17 años) que te dura un año y te permite visitar prácticamente todos los museos nacionales sin pagar entrada y saltándote las colas. Así a bote pronto parece caro soltar cincuenta eurolos para ver museos, pero aquí todos son de pago y por ejemplo, el NEMO vale 13,50 € para todas las edades con lo que con ir un par de veces (un niño) ya ha amortizado el carnet. El Museo de la Ciudad sale 10 euros, etc. Además, una vez has aflojado la pasta te planteas ir a ver no sólo los museos más importantes, sino aprovechar para los menos conocidos y escondidos. Ahora que estamos aquí, podemos intentar ver todos los de la lista (hay 38 sólo en Ámsterdam, 400 en total en Holanda).



Los museos de esta ciudad dan para meses y meses. No sólo están los archifamosos (el Rijksmuseum, el Van Gogh o el Hermitage Amsterdam) sino también unos cuantos preciosos como el Museo Naval (es el que sale al fondo en la foto de la bici de "Orgullo Gay y más cosas"), o pequeños pero interesantes como Nuestro Señor en el Ático o el museo de la Resistencia holandesa. Ya iremos contando. En anteriores visitas a Ámsterdam hemos estado en el Rijksmuseum, la casa de Rembrandt, el NEMO y Nuestro Señor en el Ático, pagando un pastizal cada vez porque aquí no hay museo que te baje de 10 euros por persona.

Para los que se planteen venir unos días por aquí e hincharse a museos, que sepan que la Casa de Anna Frank está en la lista también. Nosotros no hemos ido nunca, por varios motivos. En primer lugar, es el museo con las colas más kilométricas y permanentes de la ciudad. Siempre, siempre hay gente, y mucha, durante todo el día, desde antes de que abra hasta los diez minutos antes del cierre. Suele dar la vuelta a la manzana y cansa sólo de verla. Curiosamente, la cola parece formada en gran medida por españoles. Yo aborrezco hacer cola, como todo el mundo, pero es que cuando se trata de una cola de más de una hora para ver un par de habitaciones es que ni me lo planteo. Aparte, la gente que lo ha visto invariablemente comenta que, a) sales hecho polvo por lo crudo del tema; y b) no ves gran cosa porque el padre de Anna, el único superviviente de la familia Frank, vendió prácticamente todo lo que había en el escondrijo y por tanto aquello está pelado. Así que nunca nos ha tirado mucho, pero ahora que lo tenemos incluido en el Museum Kaart y que encima nos permite saltar alegremente la cola de turistas, quizá la vayamos a ver.

Bueno, continúo. El Vondelpark en domingo y verano es la bomba. Hay gente por todas partes, pero no hasta el punto de agobiarte porque el parque es grande y lleno de prados, rincones y estanques. La zona en la que habíamos quedado tiene una pequeña cerca porque está dedicada a los críos, con un estanque-piscina-charco de los que tanto se ven aquí, y mucho césped; el cercado es tanto para evitar que los niños salgan solos de la zona como para que la gente entre con perros, algo estrictamente prohibido en el recinto, con lo que tienes la seguridad total de que no vas a poner tu manta sobre una sorpresa desagradable. Había varias familias con cumpleaños, niños de todas las edades y muy buen ambiente en general.

Estuvimos unas horillas en el picnic. Nuestros amigos, que traían a otra chica española que tienen de visita, son ya unos profesionales del picnic holandés y aparecieron con inventos como bolsas enfriadoras para las bebidas, salsas caseras y su propia manta de picnic. Fue muy agradable y Javi aprovechó para ponerse el bañador que le habíamos llevado y dar brincos y saltos en el estanque, donde destacó por ser el niño con mejor bronceado del lugar. Todos los demás críos eran color jamón de york, pobrecillos. Después, tras recoger el tinglado, nos acercamos a una zona que tiene una cabaña de madera con puentes y cuerdas, para que Javi acabara de gastar el excedente energético, y de ahí volvimos a casa a seguir con la aburridísima búsqueda on-line de vivienda. Un día tranquilo para poder cargar las pilas ante la semana de papeleo infernal que se nos viene encima.

(la foto es de la zona de la cabaña de madera, no de la del picnic)

4 comentarios:

  1. Me ha encantado la comparativa de Javi y los jamón york jajaja
    Lo de Anna Frank y los españoles es curioso, mi abuela sigue capturada por la historia de la niña y a mi me da un repelus que ni de coña me lo planteo

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    1. A mí también me da un poco de cosilla. No sé si al final iremos o no.

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  2. Yo estuve en el museo. Lei el libro en el cole y me apetecia verla. No hice cola, eso si, estaba alli a las 9 de la mañana... a quien madruga...
    Q bien lo del parque, y q suerte contar con amigos alli. Al final ellos son tu familia. ;)

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    1. A mí también me lo pusieron en el cole, ese y uno francés de un niño judío que huye de la invasión alemana con su hermano, y con los dos lo pasé fatal :)
      Desde luego, lo de tener amigos es lo que más ayuda.

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